Miguel Mejía

Lima, Perú

34 años

En la actualidad labora como fotoperiodista en el diario La República donde también escribe crónicas de viaje. Se inició como redactor en 2004 en el área de investigación de la revista Caretas. Durante 2006 fue editor de la revista Willanakuy, de la Vicaría de la Solidaridad de Sicuani, en Cusco. Más adelante se dedicó al fotoperiodismo trabajando en los diarios La República, Perú.21 y Correo. Culminó sus estudios de periodismo en la Pontificia Universidad Católica del Perú en 2005. Sus trabajos han sido publicados en el diario El Comercio, la revista Gráfico Perú y la agencia Reuters. En 2012 ha realizado registros fotográficos documentales para Promperu, entidad del Estado de promoción del turismo.

Bellavista de Callarú es un centro poblado en la Amazonía de Perú, tiene alrededor de 3 mil 400 habitantes. Desde su creación, hace 47 años, esta comunidad de la etnia Ticuna, se dedicaba a la agricultura y la pesca. Sin embargo, desde hace cuatro años los pobladores cambiaron sus cultivos tradicionales por la hoja de coca, promovida por narcotraficantes colombianos.

Este pueblo se encuentra a orillas de río Callarú, un recodo del río Amazonas, dentro del área de la triple frontera Perú-Brasil-Colombia, zona estratégica para el negocio de la droga que florece debido a la ausencia estatal de sus respectivos países. Un solo dato describe cómo los narcos operan sin problemas: en 2011 Naciones Unidas calculó la producción potencial de cocaína en la zona en casi 6 toneladas por año.

En Bellavista se piensa que "¡la hoja de coca es una bendición de Dios!". 

La violencia es otra modalidad que usan los narcos para obligar a las poblaciones a cultivar hoja de coca, como ocurrió con una parte de la comunidad Ticuna. Al negarse a los cultivos, los expulsan y matan, destruyen sus escuelas.

Solo una patrulla de dos lanchas de la Marina de Guerra del Perú, patrullan esta zona del Río Amazonas, las cuales no pueden ingresar a tierra por disposiciones legales.